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El bus nos devuelve al alojamiento, en cuestión de una hora nos recogerán para ir a cenar a una peña folclórica. Es agradable ver que el encargado de las cabañas ha sido diligente y ha colocado los radiadores en nuestros bungalós y los ha conectado a la corriente. El ambiente templado se deja notar e invita a permanecer en él. Tanto es así que Isabel comete el error de tumbarse a descansar y quedarse dormida. Cuando vuelve el bus a recogernos, medio adormilada, decide prescindir de la cena y quedarse durmiendo. Oscar, en la cabaña contigua, ha preparado un buen tinglado. Ha entrado a oscuras y se ha llevado por delante el cable del radiador de ruedas con el pie; ha arrancado la caja del enchufe de la pared y han tenido que colocarlo en la toma de corriente del baño.
El trayecto para llegar al restaurante de la cena apenas dura cinco minutos. Dentro del local hay un miniescenario donde se colocan los músicos y un grupo de bailarines vestidos con trajes típicos regionales nos da la bienvenida. Nos obsequian con un Colca Sour, definitivamente nos quedamos con el sabor del Pisco Sour, será que ya nos hemos acostumbrado. Hay dos tipos de menú, el normal y el especial, con precios de 19 y 25 S/. respectivamente (4,50 y 5,95 €). Pedimos ambos tipos y así tenemos oportunidad de probar platos distintos; la crema de choclo (maíz) está riquísima. La carne de alpaca es servida al horno acompañada de arroz y verduras.
El tiempo de la cena es amenizado con canciones del grupo musical, típicamente andinas. Los sonidos más peculiares los emite un enorme tollo (especie de flauta de madera de varios tubos). Simultáneamente los bailarines despliegan sus habilidades; muy curioso resulta un baile en el que el hombre se tapa la cara con una especie de verdugo de tela, se tumba en el suelo y es azotada por la mujer mientras danza a su alrededor.
El tiempo de la cena es amenizado con canciones del grupo musical, típicamente andinas. Los sonidos más peculiares los emite un enorme tollo (especie de flauta de madera de varios tubos). Simultáneamente los bailarines despliegan sus habilidades; muy curioso resulta un baile en el que el hombre se tapa la cara con una especie de verdugo de tela, se tumba en el suelo y es azotada por la mujer mientras danza a su alrededor.
El personal del restaurante tiene un detalle llamativo y que nos agrada. Las chicas colombianas no se terminan la pizza que han pedido para cenar. Sin solicitarlo, el camarero les trae las porciones sobrantes en un recipiente de plástico para que se las lleven. Al acabar la cena Nacho compra un CD del grupo musical que ha amenizado la velada (20 S/. -4,75 €). Por otro lado, también confirmamos que estos peruanos parecen vivir en el limbo. Les haces una pregunta clara y concisa y responden cualquier cosa, aunque no tenga nada que ver y ni se molestan en pedir que repitas la pregunta si no la han entendido. Ejemplo: Nacho pregunta a un camarero del bar “Perdona, ¿el autobús de la compañía 4M con salida desde Chivay y destino Puno cuánto cuesta? Respuesta del elemento en cuestión. “Sí debe ser”, tal cual. Sin comentarios. Imaginaos la broma y la respuesta en tono jocoso que emitíamos entre nosotros ante cualquier pregunta; “Si debe ser”. Retornamos a las cabañas, el día ha sido duro pero el de mañana lo será más, hay que levantarse a las 5.00 am. Por cierto, la temperatura en el exterior baja de los 0 ºC.
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