lunes, 22 de febrero de 2010

CHIVAY-CAÑÓN DEL COLCA-PUNO - Parte III

Jueves, 20/08/2009
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Por delante queda un largo camino hasta Puno. Primero toca deshacer el trayecto recorrido el día anterior hasta tomar la “pista” (carretera asfaltada). Recorrer este tramo nos lleva unas dos horas. Llegada al bar del día anterior y parada técnica para ir al baño y tomar un mate de coca para seguir la aclimatación a la altura. Compramos unas chocolatinas para poder aguantar toda la tarde en el bus. Desde aquí la carretera mejora en calidad, esta pista asfaltada es la vía principal de comunicación entre Arequipa y Puno. Desde nuestra posición hasta Puno, casi 4 horas de viaje más.
A lo largo de la tarde realizamos dos paradas adicionales. Ambas para contemplar zonas húmedas de las que abundan en la puna y el altiplano. La primera parada nos lleva a la Lagunilla Sacakany con una altitud de 4.250 metros sobre el nivel del mar. Aprovechando los prismáticos podemos contemplar algunas aves acuáticas, las más numerosas y llamativas, los flamencos andinos, en Perú también llamados parihuanas. Su hábitat habitual son los gélidos salares y lagos andinos. Son aves muy longevas que pueden llegar a vivir hasta los 70 años. 

La segunda parada la realizamos en la Laguna Lagunillas, curioso nombre este, cuando la masa de agua que representa tiene una superficie muy extensa de más de 60 kilómetros cuadradados.
La carretera a pesar de estar bien asfaltada no permite un tránsito muy rápido debido a las limitaciones existentes de velocidad. Enormes camiones transportan sus mercancías a lo largo de esta vía, que en ocasiones transmite la sensación de ser un recóndito paraje de la superficie lunar. Su aridez así lo sugiere. Nos topamos con obras en la carretera. Menuda forma de hacer los desvíos de tráfico en Perú; pasan todos los vehículos a una zona de tierra paralela al trazado existente por donde se circula entre polvo y piedras. Su angostura sólo permite el paso del tráfico de un sentido a la vez, por lo que los operarios se encargan de conceder el turno de tránsito por tiempos. El viaje, con estos imprevistos se va a alargar más de la cuenta. Empezamos a pensar que este ritmo de desplazamientos y actividades no lo podremos aguantar mucho, y que sería una buena idea tomarnos el día siguiente de relax en Puno, sin agobios. El bus tiene baño a bordo, hasta ahora nadie lo había usado, pero la necesidad aprieta y otros turistas hacen uso de él, a pesar de que no “traga” bien según dice Aurelio.
El asiento de copiloto está vacío. Nuestro guía Juan Pablo nos dijo al iniciar el tour que lo dejaba libre por si alguien quería hacer fotos desde esa posición privilegiada, con vista al frente y enorme panorámica. Durante un rato viajo cerca de Aurelio, nuestro conductor. A medida que nos acercamos a Juliaca, ciudad ubicada a unos 40 kilómetros de Puno aparecen bicicletas, motocicletas e incluso ganado guíado por su pastor caminando por el borde de la carretera. Aurelio, como un autómata, siempre toca el claxon ante cualquier adelantamiento, para que los demás sepan que van a ser rebasados. Es una costumbre habitual en Perú, todos los conductores lo hacen. Atravesamos Juliaca, ciudad donde habitan unas 200.000 personas. La hora, de salida de los colegios, crea una bulliciosa actividad, con un ir y venir de gente. En esta zona son típicos los bicitaxis y los mototaxis, vehículos que básicamente son bicicletas o motos con un asiento para transportar pasajeros en su parte delantera. En el caso de las bicis estos tipos tienen que estar en forma, para impulsar el artilugio cargado  con semejante peso. Una enorme flota de estos vehículos copa las calles de Juliaca.
A la salida de la población la carretera vuelve a estar minada de obras, el camino empieza a hacerse pesado. Juan Pablo nos reparte unas encuestas para que valoremos el servicio durante el tour. Ha sido aceptable, sobre todo en lo que se refiere a las explicaciones y atención del guía. Aurelio, como conductor, ha cumplido y en estas carreteras ha hecho lo más importante, conducir sin temeridades. Criticamos la calidad del autobús, mal aislado dejaba entrar el polvo del exterior y a todos nos ha perjudicado las vías respiratorias.
La noche ya ha caído cuando tras superar una loma ante nosotros se despliega una alfombra de destellos que corresponden a la luces de Puno. Es similar a una imagen de cuento. Una rápida bajada y estamos en la calle principal que atraviesa la localidad. El autobús tiene que repartir a los turistas en sus respectivos alojamientos. Intentamos conseguir plaza en el primero, no hay suerte. Estamos cerca de la plaza de Armas y del centro, pero Aurelio dice que es complicado salir desde allí a los otros hoteles que tiene en la ruta prevista, así que nos dejará los últimos. Estamos cansados, no tenemos alojamiento buscado, pero bueno, visitaremos Puno y su puerto desde el autobús, ¡que remedio!
En cuestión de 20 minutos más todos los turistas están en sus hoteles y nosotros en la plaza de los Pinos (en pleno centro). Otros dos chicos españoles, como nosotros se tienen que buscar la vida. Juan Pablo nos cuenta que ahora les queda la vuelta a Arequipa, unas 5 horas de camino, para llegar a las 00.00 a casa, y al día siguiente de nuevo comienzan otro tour, madrugón incluido. Les dejamos una propina, se han portado bien con nosotros, a pesar de no conocer Puno en profundidad y no poder recomendarnos alojamientos en la ciudad.

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