lunes, 22 de febrero de 2010

PUNO-SILLUSTANI - Parte IV

Viernes, 21/08/2009
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Llegamos al hotel y comprobamos que nuestros compañeros han pasado por allí como lo atestiguan las bolsas con artículos de lana que veo en la habitación. Los operarios siguen trabajando para que el agua caliente retorne, pero de momento no ha sido posible. Como no lo solventen antes de la cena, habrá que pensar en buscar otro alojamiento. Nos dirigimos a la calle principal en busca de los compañeros. Tenemos hambre, así que paramos en una pastelería donde tenemos ocasión de degustar unas tartas de limón y unos hojaldres rellenos de manjar de leche. Su precio es de 1,50 S/. la unidad (0,35 €); se nota que estamos en la calle turística por excelencia, los precios de todo son más elevados. Sin embargo hay que apostillar que los dulces resultan exquisitos. Desde el cyber, ubicado en la puerta contigua a la pastelería y que es centro base de nuestras operaciones en Puno, intentamos localizar a través del móvil a Nacho. No lo conseguimos. Con Cristina hay más suerte. Están en las oficinas del Banco BCP, en la misma calle, muy cerca de la plaza de Armas. Nos reunimos allí, la sucursal bancaria abarrotada, a pesar de ser las 18.30 pm. Paseamos por la calle principal, se ultiman algunas compras y volvemos al hotel para dejar todas las bolsas. Como la noche llegó hace rato y en la calle se empieza a notar el intenso frío decidimos ir local del día anterior para sentarnos, tomar algo y descansar.
Al entrar vemos al fondo a los personajes del día anterior. Para evitar que nos vean subimos por la empinada escalera de madera, cercana a la puerta de entrada, que nos lleva a la planta superior. Allí estaremos más tranquilos. La tarde empieza fuerte y pedimos Pisco Sour, mojitos y cervezas. Para Óscar, que no quiere tomar alcohol, pedimos un Pisco Loco. Lo habíamos probado el día anterior y suponíamos que sería justo de su agrado: dulzón y empalagoso. Cuando lo sirven empieza a renegar, que está muy fuerte, que no está tan dulce como le habíamos asegurado. Lo pruebo. Ahora lo entendemos, el día anterior nos sirvieron el cocktail sin añadirle el pisco. Óscar ha tenido “suerte” y se lo han ofrecido según la receta original, con contenido etílico.
La planta alta del local no deja de ser como un altillo de madera de reducidas dimensiones desde dónde se puede divisar parte de la planta baja. Empezamos a tener hambre así que pedimos un pan de ajo. El horno de leña ubicado abajo, que utilizan para hacer pizzas, no debe tener buena ventilación porque nos empiezan a escocer un poco los ojos a causa del humo. Como hemos dado buena cuenta de la comida, decidimos pasarnos a la parte inferior del local. Encontramos una mesa enfrente de la barra, alejado del fondo donde nuestros “amigos” charlan animadamente con otros rubios turistas extranjeros. Parece que hoy nos dejarán en paz.
Entre piscos, mojitos, cervezas y pizzas pasamos toda la tarde noche charlando animadamente. El local tiene la ventaja de que se puede pedir música a la carta, por lo que aprovechamos y solicitamos algunos temas musicales a los camareros.
Cuando ya estamos algo perjudicados por los efectos del alcohol decidimos retirarnos a descansar, antes de que se haga más tarde. Al día siguiente tenemos excursión y nos recogerán temprano en el hotel. A la hora de pagar comprobamos que se equivocan en la cuenta; nos han despachado dos camareros diferentes y se deben haber liado a la hora de apuntar las consumiciones. Imaginamos que tal vez les hemos caído bien y nos han invitado a unas cuantas rondas. ¡Qué majos han sido en este sitio con nosotros y qué bien nos han tratado!
En la calle, el frío intenta penetrar en nuestros cuerpos. Pertrechados con todo tipo de ropa de abrigo, incluidos los chullos de lana que habíamos adquirido en el mercado de artesanía, nos encaminamos raudos al hotel. En recepción nos devuelven la ropa, perfectamente planchada, doblada y empaquetada. El agua caliente está arreglada por lo que aprovechando la circunstancia Isabel se lava el pelo. En apenas cinco minutos, dormimos plácidamente al calor de los radiadores.

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