lunes, 22 de febrero de 2010

LIMA-MADRID

Sábado, 05/09/2009
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A la mañana siguiente un veterano taxista nos recoge a las 07.30 en el hostal. Da instrucciones a los que van sentados atrás para que, si nos cruzamos con alguna patrulla de policía, se agachen y así evitar la multa por exceso de pasajeros. En tres minutos estamos en la entrada del parking del aeropuerto. El taxista nos indica que alguno se tiene que bajar para poder acceder al interior del recinto sin ser multado; y así lo hacen Óscar y Alberto. Pasado el control nos esperan en la puerta con dos carritos para llevar todos los bultos.
Facturamos sin tener que esperar demasiada cola y luego nos dirigimos a pagar las tasas. Para abandonar el país nos cobran a cada uno la cantidad de 31 $-93,78 S/.-22,35 €. Habíamos reservado dinero para este trámite, que hay que abonar en efectivo. En la cola de la ventanilla de pago encuentro en el suelo un billete de 10 $. En la zona del duty free todo es carísimo. Vemos productos típicos peruanos a precios desorbitados y gastamos algunas monedas que nos quedan en tomar café y poco más. Con el billete encontrado compro una gran bolsa de chocolatinas que servirán para nuestro desayuno.

Embarcamos puntuales y, casualidades de la vida, nos vuelve a tocar la “simpática” azafata del vuelo Madrid-Lima, aquella que no nos hacía ni caso. A las 10.00, hora local peruana, estamos despegando. Por delante 11 horas de vuelo hasta Madrid-Barajas. El vuelo de retorno resulta infernal por algunos niños que no nos dejan pegar ojo con sus llantos. Un grupo de religiosos peruanos no hace más que comentar el viaje que acaban de iniciar y que les llevará hasta Jerusalén; nosotros, al contrario, estamos terminando el nuestro.

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