lunes, 22 de febrero de 2010

CUZCO - Parte III

Lunes, 24/08/2009 -->
Cerca del banco BCP se encuentra la oficina de información turística de Cuzco y uno de los lugares autorizados para la venta del “Boleto turístico”, en concreto la “Oficina Ejecutiva del Comité” (http://cosituc.gob.pe/) en la Avenida del Sol, 103. Existen diversas modalidades para este boleto, pero nosotros adquirimos la General. Tiene un coste de 130 S/. (30,95 €) que se han de pagar en efectivo. Da derecho a visitar 16 lugares de Cuzco y el Valle Sagrado. Está concebido como un negocio y una forma de hacer pagar a los turistas; o sacas el boleto general o no puedes acceder a determinados sitios que te puedan interesar porque las entradas a ellos no se venden por separado. Así que no queda otra vía que adquirir el boleto general y pagar el precio completo. Junto a él, te entregan un plano a todo color de la ciudad de Cuzco y del Valle Sagrado con las localizaciones de los sitios cuya entrada incluye y una breve descripción de los mismos.
Cuando se aproxima la hora de la comida decidimos dirigir nuestra marcha hacia el barrio de San Blas. Dejando la catedral a nuestra izquierda tomamos la calle Triunfo. Esta estrecha vía copada por tiendas de ropa y galerías de cuadros va a desembocar en la calle Hatunrumiyoc, llamada así por la famosa piedra que se ha convertido en leyenda y que se puede apreciar en uno de sus muros.
Las construcciones de la época inca se caracterizan por su finura en la talla. Las piedras de las fachadas, en ocasiones auténticas moles, sobresalen por su encaje perfecto. En sorprendente comprobar el engarce de estos bloques que llegan a tener hasta 12 ángulos en su cara vista. Es el caso de la piedra más famosa de Cuzco y que resulta parada obligada para todos los turistas; pertenece a un muro del palacio del sexto Inca, Inca Roca. La gente que se atreve a tocarla es reprendida por los lugareños, supongo que será para evitar un deterioro acelerado de la misma por el contacto de las manos humanas.
Siguiendo la angosta calle desembocamos en un cruce de vías. Frente a nosotros una rampa adoquinada de las que producen pánico. Las aceras en forma escalonada jalonan la subida. Es preferible ascender por ellas, el desgaste de los adoquines de la calzada produce inesperados resbalones. A medida que se asciende es aconsejable volver la vista para apreciar las panorámicas que se tienen desde tan privilegiada posición. La oferta de locales para comer es inmensa. Elegimos “La Granja de Heidi” (Cuesta San Blas 525), ubicada a mitad de subida, y creo que por no continuar con la cansada ascensión, tomamos esa elección.
El local es agradable. Nos acomodan en una de las mesas de la planta superior, con techos altos adornados con vigas de madera. La luz que entra por los ventanales y balcones que dan a la cuesta San Blas inunda el salón. En la carta comprobamos que hay menú, con varias opciones a elegir. Otros prefieren decantarse por pedir a la carta. En esta ocasión para beber algunos optamos por la chicha morada (bebida dulce hecha con maíz morado). El servicio y la comida son más que correctos. A espaldas de nuestra mesa se cuela el bullicio que asciende desde la calle recordándonos que estamos en Cuzco. Pagamos la factura que asciende a 179 S/. (42,60 €).
Bajar la cuesta es más sencillo que subirla, siempre y cuando el calzado que uno lleve tenga buen agarre. Óscar y Alberto toman un taxi para volver al hotel; han de recoger la batería de la videocámara que se puso a cargar. Mientras el resto caminamos de vuelta a la plaza de Armas donde hemos acordado reunirnos. Pasamos por el “Cicciolina”. Queremos reservar mesa para cenar, pero nos dicen que en el salón solo sirven a la carta y nosotros queremos tapear, eso sólo se puede hacer en la parte de la barra así que esta noche habrá que venir a la aventura.
Aprovechando la espera en la plaza me informo de los horarios de apertura de la catedral, tal vez al día siguiente entremos a dar una vuelta. Acceder tiene un coste, que se puede evitar si visitas el templo en horario de misa. Llegan Óscar y Alberto con la videocámara cargada. En plena plaza de Armas tomar un taxi no es complicado, los hay a montones. Negociamos para que nos trasladen a Sacsaywamán. Pagamos 10 S/. por cada uno de ellos (2,40 €).
La zigzagueante subida nos deja en la puerta de acceso al conjunto. El taxista nos habla de los “choros” que abundan por el lugar, sobre todo cuando se acerca la noche. Según él, este tipo de gente procede de Lima, y se dispersan por todo el país. Como si no hubiera ladrones de todos los colores y nacionalidades, pensamos. Guías turísticos ofrecen sus servicios a la entrada. Cuando nos han picado el boleto accedemos y decidimos ir por libre.
Sacsayhuamán (palabra originaria del quechua y que significa “halcón saciado”), es una "fortaleza ceremonial" inca ubicada dos kilómetros al norte de la ciudad de Cuzco. Se comenzó a construir durante el gobierno de Pachacútec, en el siglo XV; sin embargo, fue Huayna Cápac quien le dio el toque final en el siglo XVI. Dentro de la fortaleza, había grandes almacenes de alimentos y armas, y también canales para la distribución del agua. El trono del Inca, ubicado junto a la fortaleza, consistía de una gran roca tallada y pulida en varios niveles, desde donde el soberano presidía las fiestas, celebraciones, desfiles y daba órdenes. Actualmente se puede apreciar sólo el 20% de lo que fue el grupo arquitectónico, ya que, en la Conquista, los españoles desarmaron sus muros y torreones para neutralizar su uso en un eventual ataque como el ocurrido en el levantamiento de Manco Inca en 1536. Sus piedras fueron aprovechadas para construir casas e iglesias coloniales en Cuzco.
El diseño de Sacsayhuamán, según muchos cronistas, aparte de la función ceremonial y militar que cumplía, también representaba una cabeza que, junto con el complejo de la ciudad de Cuzco, formaba la figura de un puma. Se piensa que correspondió a una fortaleza militar, en donde se entrenaba a los guerreros. Hay dudas al respecto, ya que, de acuerdo a su arquitectura, podría haber tenido un fin religioso y haber sido construido como un gran templo al dios Sol. Sin embargo, durante la época de la conquista, mostró su eficacia como fortaleza para defender la ciudad. Su principal característica es la forma en que fue construida; cuenta con grandes bloques de piedra (con un peso de hasta 90-125 toneladas), alcanzando los más altos los 9 m.
La construcción en sí es peculiar, ya que algunas de las piedras que se encuentran en el lugar son gigantes y hacen que uno se pregunte cómo las lograron transportar. Las piedras fueron encajadas con una precisión casi inimaginable. Resulta inexplicable, para el occidental, descifrar cómo los incas pudieron cortarlas con tal maestría. En algunos casos ni siquiera se puede deslizar la hoja de un cuchillo entre la junta que une dos de ellas.
En 1536 la fortaleza fue escenario de una de las batallas más amargas de la conquista española. Dos años después de que Francisco Pizarro entrara en Cuzco, el rebelde Manco Inca recuperó la fortaleza de Sacsayhuamán y la utilizó como base para intentar el asalto a la sitiada ciudad de Cuzco. Manco estaba a punto de reconquistarlo cuando un desesperado ataque de 50 jinetes liderados por Juan Pizarro, logró sofocar la rebelión. Manco Inca inició la retirada hacia Ollantaytambo dejando tras de sí la derrota de los incas. Ésta tuvo como resultado una estela de cadáveres desperdigados por el campo de batalla. La escena atrajo a bandadas de cóndores andinos en busca de carroña (esto no nos cuadraba mucho ya que Juan Pablo, nuestro guía en el Colca, aseveraba que el cóndor andino no comía carroña humana). La tragedia se inmortalizó incorporando ocho cóndores al escudo de armas de Cuzco.
Desde un mirador se tienen vistas espectaculares de toda la ciudad; se distingue la monumental plaza de armas, el estadio de fútbol local, el aeropuerto, las torres de las iglesias. Cuzco se halla en una especie de valle u hondonada completamente rodeado por montañas. El valle se encuentra cercado por las montañas Ausangate, Pachatusán y Cinca, y esta bañado por el río Tullumayo. Esta zona posee un paisaje de gran belleza, flora y fauna abundantes, entre la que destacan las llamas y los halcones. La leyenda del ombligo de la tierra toma sentido cuando se aprecia la ciudad desde este enfoque.
En Sacsayhuamán se lleva a cabo, el 24 de junio, en el solsticio de invierno, el festival anual del Inti Raymi, donde se escenifica el ritual incaico de culto al dios sol o inti. La gente lugareña se moviliza con disfraces coloridos y baila danzas típicas, repitiendo así la tradición de sus antepasados.
Acabada la visita tomar un taxi de vuelta a la plaza de armas es más sencillo de lo que cabía esperar. Y más barato. Los taxistas prefieren cobrar unos soles menos antes que bajarse desde allí de vacío. El trayecto nos cuesta 8 S/. por taxi (1,90 €), nos dejan en la plaza de Armas.

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