lunes, 22 de febrero de 2010

LIMA-ICA-HUACACHINA - Parte IV

Domingo, 16/08/2009
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El autobús es moderno, de dos plantas. En la inferior los asientos-cama, por lo que vimos, casi como dormir en cama propia. Nosotros en la planta alta, en los semi-cama. Se reclinan bastante y llevan un soporte adicional para apoyar los pies, muy confortables (los de la planta de abajo entonces deben ser una maravilla absoluta).
El bus parte hacia el sur por la Panamericana. Mientras abandona Lima observamos los arrabales y barrios periféricos a la gran urbe donde se puede apreciar mucha miseria. Proyectan una película, “Enemigo público”. Resulta cómico escuchar el doblaje latino de Will Smith en la pantalla. La azafata nos sirve un snack consistente en una bolsa de patatas fritas y un refresco. También existe a disposición de los viajeros un servicio de biblioteca a bordo. Nos entregan una almohada y una manta para nuestra mayor comodidad. En esta compañía de buses, no se hacen paradas, ni siquiera para repostar. En la cabina de los conductores (a la que no se puede acceder por ir aislada) viajan dos de ellos que se van rotando aprovechando las paradas en las zonas de peajes. La azafata indica que por seguridad mantengamos las cortinas echadas, para que no nos divisen desde el exterior y no nos puedan lanzar piedras. Estas precauciones son fruto del reciente piquete que había tomado esa ruta en los días anteriores. Otro aspecto que nos resulta curioso es que la flota de buses en sus desplazamientos son controlados por “monitoreo satelital” para saber en todo momento dónde se encuentran y saber si surgen percances y si cumplen la ruta establecida.
A las 19.30 nos sirven la cena. Pollo, arroz, patatas asadas y gelatina de postre, junto con un refresco. Mucho mejor la calidad de la comida que en la clase turista de cualquier compañía aérea. A las 21.15, puntualmente, llegamos a la terminal de Ica. Es noche cerrada hace rato. Nacho negocia con dos taxistas que merodean por la entrada de la terminal de buses, 5 S/. (1,20 €) por cada uno de ellos, por llevarnos a la laguna de Huacachina, ubicada a unos 5 Km de allí.
Entramos Isabel, Nacho y yo a solicitar información sobre los vuelos en avioneta sobre Nazca y el horario que tienen. Nos informan de que el último se suele hacer a las 16.30-17.00 horas, siempre que el tiempo acompañe. Como hemos comprobado en las previsiones meteorológicas que el tiempo es estable y soleado, decidimos sacar y pagar los billetes para Nazca-Arequipa. El precio es de 70 S/. (unos 16,65 € para un trayecto de más de 400 Km.) por persona, en asiento semi-cama (planta superior del bus). Pago con mi tarjeta de débito porque no tiene ningún cargo adicional hacerlo de esta manera, me cobran únicamente el importe de los billetes y mi banco aplica el cambio euro/sol vigente a día de hoy.
Salimos a la calle, cargamos las cosas en los taxis y ponemos rumbo la laguna de Huacachina. Llegamos al hotel, que habíamos reservado el día anterior por teléfono, se trata de “El Huacachinero”, http://www.elhuacachinero.com/, recomendado en la Lonely. Nos registramos y el chico de la recepción, Claudio, muy eficiente y diligente, nos explica que si presentamos el pasaporte y el resguardo del formulario de ingreso en el país el precio de la habitación doble, con baño privado y desayuno es de 110 S/. (unos 26,20 €), en vez de los 131 S/. que nos había dicho por teléfono. Confirmamos también el horario de la excursión de buggies y sandboard que habíamos reservado para el día siguiente; comenzará a las 09.30 am y durará una hora y media; el precio 45 S/. por persona (unos 10,70 €).
Las habitaciones son grandes, luminosas y están muy limpias. Podemos ver en el aparcamiento los buggies preparados para la excursión del día siguiente. El hotel tiene un jardín interior con una piscina (estamos en zona de desierto y por el día hace bastante calor). 
El bar ya está cerrado, pero preguntamos si nos pueden servir unas cervezas; nos complacen. 7 S/. (aprox. 1,65 €) por una cerveza de casi dos tercios de litro, helada. Las tomamos en el jardín, al lado una familia de lo que parecen ser chilenos, celebran un cumpleaños. Empieza a refrescar y sentimos el viento del desierto por lo que nos vamos a una habitación a tomar una cerveza más. En el hotel no nos sirven ya, el encargado del bar se ha marchado. Nacho, Alberto y yo nos acercamos a un hotel próximo, “La casa de arena”, que dispone de pub en su planta alta. No hay Cusqueña, así que nos ofrecen Pilsen, de dos tercios de litro, por 6 S/. (aprox. 1,45 €). Si retornamos los envases nos devuelven un sol por cada uno de ellos (cosa que no tenemos en mente hacer). Acabamos de tomarnos las cervezas en la habitación que compartimos Nacho y yo, planificando los siguientes días de viaje hasta que llega la hora de irse a dormir; son algo más de las 00.00 am.

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