lunes, 22 de febrero de 2010

MUYUNA AMAZON LODGE (Día 3) - Parte III

Jueves, 03/09/2009
-->
Acabada la visita pasamos a una construcción aledaña de madera, que sirve de bodeguita y de punto de venta al público de la producción de la fábrica. Tenía intención de comprar alguna botella para compromisos en España, pero no envasan el aguardiente. Te lo venden en botellas de plástico reutilizadas. Lo que sí hacemos es aprovechar para tomar un refresco sentados en la bodeguita. Los enormes ventanales sin cristales nos permiten contemplar el cauce del Amazonas y la orilla contraria. Disfrutamos de una amigable charla con el dueño del lugar; conversamos sobre la vida en la zona y como no, del tema universal, el fútbol.
Embarcamos de nuevo para atravesar el cauce del río. Hay que navegar primero aguas arriba paralelamente a la orilla, para luego cruzar en diagonal en busca de la casa de Cléber. Cuando llegamos la comida está preparada, eso nos dice Eduardo. Algunas familias vecinas con sus hijos se han congregado en el porche de nuestros anfitriones y charlan con ellos mientras preparan la mesa en la que comeremos.
Nos sirven una ensalada de tomates y pepinos y arroz con pollo. A media comida comienza a llover torrencialmente. Somos testigos de lo que supone una tormenta amazónica. Nos vemos obligados a mover la mesa de sitio y buscar un punto más resguardado del porche. El cielo se ha vuelto plomizo y descarga agua a cubos sobre la zona. En poco rato todo el terreno que nos rodea queda anegado de agua. Tan pronto como llega la tormenta se termina y en pocos minutos vuelve a asomar el sol entre las nubes.

Tomamos el postre; la sandía recolectada por Cléber de su huerto. Se caracteriza por su sabor dulce, sus enormes pepitas y su gruesa cáscara. Después de jugar un rato con los niños y sus mascotas, periquitos en libertad, nos despedimos de la agradable familia y volvemos a embarcar. Deshacemos el camino recorrido durante la mañana, volviendo a hacer una parada en aguas del Amazonas para avistar más delfines. Navegando Yanayacu arriba, el sol ya no abrasa nuestra piel, la tormenta ha refrescado el ambiente y es agradable contemplar la quietud en las orillas del río, sólo perturbada por el ruido del motor de nuestra embarcación.
A las 17.15 llegamos al lodge. Aquí también ha llovido, y bastante. Todo el suelo aparece enfangado. Disponemos de tiempo de relax hasta la cena, que es anunciada por el preceptivo tintineo de la campana a las 19.00. En el menú hay un plato especial; se trata del “juane”. Es uno de los principales platos típicos de la gastronomía de la selva peruana y es muy consumido durante la fiesta de San Juan que se celebra el 24 de junio de cada año. El “juane” que nos dan a probar se ha elaborado con una base de arroz, carne de gallina, aceituna, huevo cocido y especias; todo se envuelve con una hoja de bijao (planta que crece en el trópico americano cuyas hojas, se utilizan en algunos países para envolver tamales y otros alimentos blandos) y posteriormente es puesto a hervir durante aproximadamente una hora y media.
La comida envuelta dentro de la hoja guarda mucho el calor; esto unido a la humedad ambiente asfixiante nos hace sudar de lo lindo mientras la degustamos. A las 20.00 estamos citados en el embarcadero. Tenemos paseo nocturno en bote para avistar ranas. En la embarcación nos acompaña una pareja de turistas recién llegados al lodge. La chica es presa del pánico cuando un pez entra en la embarcación, después de un potente salto fuera del agua. Haber hecho una excursión de este tipo hace dos noches en un grado, y sonreímos ante la anécdota. Al contrario que la primera vez, esta noche Albino da caza a un caimán en el primer intento. Es de tamaño algo menor al otro. Vuelve a repetir la explicación sobre los hábitos del animal para los nuevos turistas. Creo que la chica ha empezado a arrepentirse de contratar esta aventura; se aleja cuanto le permite lo reducido de la embarcación del inmóvil caimán que posa en manos del guía.
Encontramos una zona de abundante vegetación en un saliente de la orilla. Este lugar es el elegido por los guías para detener la embarcación y ayudados por un remo de madera capturar varias ranas que nos muestran bajo la luz de las linternas. Son de minúsculo tamaño y de colores vivos; verdes, amarillas, rojas….Nos explican que algunas de ellas son las que hacen esos ruidos tan sonoros que podemos escuchar en la oscuridad; es asombroso como un animal tan pequeño emite un croar tan fuerte.

Regresamos al lodge. El día nos ha dado poca tregua y el cansancio hace mella en nosotros. Guiados por la tenue luz de las lámparas de aceite nos retiramos a nuestras cabañas a descansar. Mañana el día comenzará temprano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario