lunes, 22 de febrero de 2010

CUZCO - Parte V

Miércoles, 26/08/2009
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Como ya es habitual, me despierto antes que mis compañeras de habitación, son las 07.15 y ya no puedo dormir más. Me visto y bajo al patio. Allí me encuentro a Nacho. Él inicia hoy el trekking alternativo al camino inca que hará con la agencia que contrató desde España. Le habían comentado que era posible que la “movilidad” se retrasara algo sobre la hora prevista. Aún conociendo este dato, está inquieto. No para de caminar por el patio y asomarse a la puerta de la mansión colonial, ahora hotel, para comprobar si alguien pregunta por él. Nacho, será el primero de nosotros que se impregne del aroma de auténtico mochilero. Cuando tocan la puerta en su busca, carga la mochila a sus espaldas y atraviesa el portón de madera; nos despedimos. Nos reencontraremos el domingo por la noche.
El día de hoy se presenta a priori tranquilo. Tenemos pensado visitar la catedral, el barrio de San Blas, hacer algunas compras y comer en el “Chicha”. Vuelvo a la habitación y ya se aprecia movimiento; Cristina e Isabel, casi listas para partir. Aparece Óscar. Alberto ha dicho que se va a quedar durmiendo un rato más. Los 4 optamos por no desayunar hoy en “Los Niños 2”. Lo haremos más tarde en San Blas. Salimos a la calle, que desde primera hora de la mañana se muestra en estado efervescente con los cusqueños iniciando sus obligaciones diarias.
Llegamos a la catedral. El día anterior pregunté a un señor en la puerta si había posibilidad de acceso gratuito. Me contestó que era posible hacerlo de 06.00 a 09.00, cuando había horario de misa. Son poco más de las 08.30 cuando intentamos atravesar la puerta del templo. Un chico nos avisa y casi recrimina; no se puede entrar a visitar la catedral durante el horario de misas. Evidentemente nos ve con cara de turistas por lo que se vuelve más tajante en su planteamiento inicial y no nos quiere dejar pasar. Me pongo serio y contesto que vamos a asistir a misa. Ignorando sus advertencias y su presencia accedemos al interior. Por respeto nos sentamos en un banco, en la zona central de la catedral, esperando que concluya el oficio religioso, casi a punto de finalizar. En cinco minutos ha terminado y podemos visitar el interior del templo sin temor a causar molestias a los feligreses. Durante la conquista española se impuso en Perú la religión católica, que es actualmente la religión oficial.
El material constructivo empleado en el templo fue la piedra procedente de áreas cercanas y también se reutilizaron bloques de granito de color rojo desde la fortaleza de Sacsayhuamán (desmantelada parcialmente por los conquistadores españoles para realizar las construcciones coloniales). La fachada es renacentista y los interiores barrocos, tardo-góticos y platerescos, poseen una de las más destacadas muestras de orfebrería colonial. En sí, la catedral es uno de los museos de arte colonial de la ciudad. Importantes son igualmente sus altares de madera tallada. Dado que en esta ciudad se desarrolló la pintura sobre lienzos en la llamada Escuela cusqueña de pintura, en la catedral se pueden observar importantes muestras de artistas locales de la época. Esta escuela se caracteriza por aunar los estilos devotos europeos con motivos y costumbres de los artistas indígenas de los Andes. Entre ellas el lienzo más antiguo de la ciudad de Cuzco que data del 1650 y que nos la muestra en pleno terremoto cómo los ciudadanos van en procesión por la plaza con un crucifijo rezando para que se detenga el seísmo, cosa que milagrosamente sucedió (digo yo que en algún momento se tenía que parar, no iba a ser un terremoto eterno).
Damos por terminada la visita y enfilamos nuestro paso hacia el barrio de San Blas. De nuevo caminamos en fila india por las estrechas aceras de la calle Triunfo y pasamos frente a la piedra de los doce ángulos, que ya acumula visitantes curiosos a su alrededor. Ascendemos la cuesta que da nombre al barrio en busca de un local donde sirven desayunos y café, y que atesora buena fama en la Lonely, así que aprovechamos su búsqueda para perdernos por San Blas.
Esta zona de la ciudad fue bastante apreciada en los tiempos de la colonia debido a su belleza y atractivo; con sus calles angostas y casonas bellamente decoradas es, por excelencia, la zona turística-peatonal de Cuzco. Ingresar en este barrio nos parece como cruzar el umbral de lo mágico. Las calles empedradas y empinadas, los muros blanquecinos, los balcones azules de lo que cuelgan macetas de geranios y los techos de tejas a desnivel, nos ofrecen una experiencia diferente y placentera.
Este fue uno de los asentamientos de los Mitimaes (antiguos artesanos de la época Inca) los cuales eran pueblos trasladados por los Incas de un lugar a otro, y llegaban a su destino con un mandato particular: “yachay”, vocablo quechua que significa “enseña y aprende”. Se establecieron en el cerro Toqacachi (actual barrio de San Blas) enseñando su arte a los artesanos del lugar. De ahí la particularidad de San Blas, también es conocido como el "Barrio de los Artesanos” o el “Barrio de los Artistas", pues alberga numerosos talleres y tiendas de renombrados artistas populares. Absortos por lo bohemio del lugar llegamos a la Plazoleta de San Blas dónde se levanta la iglesia del mismo nombre.
No logramos encontrar el local. En la dirección que debería ocupar hay una tienda que además permanece cerrada a estas horas. Iniciamos el descenso por la resbaladiza cuesta. Ascenderla es fatigoso, descender no resulta menos duro, luchando continuamente por frenar la inercia y la gravedad que te impulsan hacia delante. Al empezar el descenso pasamos por el escaparate de la pastelería “El Buen Pastor” (Cuesta San Blas 579), el mejor lugar para comprar bollos matutinos, con un encanto extra: los beneficios se destinan a obras de caridad. Entramos a comprar algo de pan recién hecho y algún dulce para los más golosos (es decir, para mí). Continuamos hasta llegar al final de la pendiente y haciendo de nuevo uso de la Lonely localizamos un lugar donde sirven desayunos. Se trata del café “Inkafe Café” (Choquechaca 131-A). Todos piden un desayuno continental, con café, bollitos, mantequilla y mermelada. Yo me inclino por uno natural, con una ensalada de frutas y un zumo de papaya. Tardan una eternidad. Otro día nos lo habríamos tomado peor pero hoy no tenemos ningún tipo de horario impuesto por nuestras actividades turísticas y nos relajamos mientras nos acaban de servir. Las raciones del desayuno son más que abundantes, llegando a sobrar bollos y panecillos. La ensalada de frutas, exquisita; regada con yogur y granola de cereales. El precio de un desayuno continental; 8.50 S/. (2 €). El desayuno natural cuesta 12 S/. (2,85 €).

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