lunes, 22 de febrero de 2010

PUNO-ISLA UROS-ISLA AMANTANI - Parte III

Sábado, 22/08/2009
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Al arribar al pequeño puerto de Amantani (isla que cuenta con unos 4.000 habitantes)  podemos comprobar la habilidad de los pilotos de las embarcaciones; las encajan una a continuación de la otra como si fuera piezas de un puzzle.
Ayudados por algún lugareño desembarcamos al espigón y a pocos metros nos espera un grupo de mujeres nativas isleñas.
Meneleo nos había adelantado que nuestro grupo se tendría que separar en dos. Seis personas son demasiados para una sola “mamá”. En la agencia nos comentaron que no habría problema, que podríamos hospedarnos todos en la misma casa, un punto negativo a su favor, no nos avisaron de esto y lo sabían perfectamente. Nos repartimos; Isabel, Cristina y Nacho a una casa y los tres hermanos a otra. Nuestras mamás adoptivas durante el fin de semana se llaman Amalia y Hermenegilda respectivamente. Amalia, notablemente más joven, es sobrina de Hermenegilda.
Una vez repartidos todos los turistas y asignados sus hogares de adopción para la estancia en la isla, comienza la peregrinación. Por delante y guiando el grupo las señoras, ataviadas con sus trajes típicos con mantón en la cabeza. La isla carece de carreteras, no hay coches, ni siquiera motos. Todos los desplazamientos han de hacerse a pie. Y para pesar nuestro, hay que ascender un desnivel importante. A medida que lo hacemos algunas “mamás” con sus turistas abandonan el grupo, toman una estrecha vereda y se dirigen a sus casas. Nosotros parece que tendremos que padecer hasta el final, nuestras casas son de las últimas, casi al final de la zona poblada.
Tenemos que parar a tomar resuello en varias ocasiones. No nos desagrada hacerlo, nos permite girarnos hacia el lago, alzar la vista y contemplar la impresionante masa de agua con la panorámica de las montañas nevadas al fondo, en la orilla contraria. Hermenegilda nos dice que hemos de continuar la marcha. Es increíble, para la pequeña estatura que tiene lo rápido que anda, y mientras lo hace no para de tejer con dos agujas lo que parece ser un chullo. Calza sandalias, lo que deja al descubierto unos pies poco cuidados y castigados por la intemperie.
Lo que en principio era una senda de tierra desde el puerto, se ha convertido en un camino empedrado cuando atraviesa la zona más poblada por la que transitamos. Divisamos el campo de fútbol sala al aire libre de la comunidad y a pocos metros nuestras casas. Meneleo ha tenido la deferencia de poner nuestros dos grupos muy próximos, las casas son contiguas. Llegar hasta aquí nos ha llevado 35 minutos.
El acceso se realiza por medio de una puerta desvencijada que da paso al terreno de cultivo frente a una casita de dos plantas con pequeños ventanucos, construida en adobe. En la planta inferior las habitaciones de la familia y en la superior las que tienen habilitadas para albergar a los turistas. Al otro lado de un minúsculo patio, otra edificación más pequeñita que es la cocina.
El baño, en la parte trasera. Una caseta de chapa con un retrete en su interior y un cubo de agua en la puerta para vaciarlo una vez consumada la necesidad.
Hermenegilda nos enseña nuestra habitación de la que tomamos posesión. Lo primero que resulta llamativo es el tamaño de la puerta; hay que agacharse y mucho para no golpearse la cabeza.

En ella un candado, para poder cerrar la habitación durante nuestras ausencias. En el interior el suelo es de madera, las paredes pintadas de color verde, y tres pequeños ventanucos que dejan pasar la luz del exterior.
Desde una de ellas se ve el lago. Y al fondo las montañas nevadas de Bolivia. Pensamos en el frío que vamos a pasar por la noche. No hay calefacción. No hay luz eléctrica. Simplemente una batería de camión que alimenta una bombilla.
Salimos al porche a curiosear. Podemos ver en el terreno cultivable de la casa de Amalia a Cristina e Isabel, también indagan la ubicación del baño y parece que quieran aprender bien el camino para llegar a él por si tienen una urgencia nocturna.
Hermenegilda nos presenta a su hijo y a su hija. En la cocina la señora, junto con otra mujer más mayor que parece ser la abuela de la casa, prepara la comida con un fuego en el suelo de la chimenea. No debe de tirar bien, porque toda la estancia se llena de humo.
Mientras acaba de prepararse visitamos la casa de nuestros “vecinos”, separada apenas unos metros de la nuestra.
Hermenegilda nos avisa, la comida está lista. La tomamos en la propia cocina, en una mesita situada al lado del ventanuco. Al mismo tiempo ella y sus hijos comen sentados en un pollete próximos a la chimenea. El menú consiste en una sopa de quinoa con vegetales picados (patata, zanahoria, apio) y un plato de arroz y verduras hervidas (tomate, pepino). De postre una infusión de muña. La muña, oriunda de la sierra peruana, es una planta rica en calcio y con propiedades digestivas, carminativas y estomacales. Tiene un agradable sabor a menta. Personalmente me gusta más que la coca. Y además Meneleo nos ha comentado que también sirve para combatir el mal de altura.

Aprovechamos el momento para hacer entrega a la familia que nos acoge de unos obsequios. En la agencia nos habían dicho que era la norma. Isabel llevaba material escolar (cuadernos y bolígrafos) que repartió en dos lotes. Entregamos uno de ellos a Hermenegilda. Me acuerdo de que nos quedan chupa-chups de los que compramos en Lima; se los doy también a sus hijos.
La señora, con un castellano limitado, nos muestra los chullos tejidos por ella misma con lana de alpaca y con llamativas combinaciones de colores. A un precio de 25 S/. cada uno (no llega a 6 €) compramos uno por cabeza. No vemos mejor manera de ayudar a la economía familiar de esta gente tan sencilla y tan noble. Salimos de la casa y visitamos la de nuestros “vecinos”. Seguidamente nuestras familias nos conducen al cercano campo de fútbol-sala, las actividades continúan.

2 comentarios:

  1. me parece impresionante lo que cuentas. pues yo doy fe de todo eso es totalmente real las vivencias alii en esa isla tan bonita que es amantani te lo digo por que yo soy de alli soy de amantani. y me alegra mucho que hayas visitado a esta isla y que cuentes lo que has vivido...

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  2. Que paja, yo también quiero conocer! Estoy conociendo más sobre esta isla por un trabajo de la universidad y me parece fabulosa, que orgullosa estoy de ser peruana :D

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