lunes, 22 de febrero de 2010

MUYUNA AMAZON LODGE (Día 2) - Parte II

Miércoles, 02/09/2009
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En esta ocasión navegamos aguas abajo, como si nos dirigiéramos a la desembocadura del Yanayacu en el Amazonas. En el trayecto observamos algunas casas desperdigadas en las riberas del río, con sus pequeñas barcas de madera amarradas cerca. Después de 15 minutos de navegación abandonamos el cauce principal y nos metemos en un fino torrente de agua que discurre encajonado entre paredes de lodo. La época de estío deja el nivel navegable bajo mínimos y se aprecian surcos y resquebrajaduras en el terreno que conforma el lecho del río y que en otras estaciones del año queda bajo las aguas.
En esta ocasión los guías fraccionan el grupo. Nosotros descendemos antes del bote en compañía de Eduardo mientras que la familia sigue navegación con Albino. Eduardo nos explica que el terreno por el que vamos a transitar es complicado para que pueda avanzar la hija pequeña de la familia que nos acompaña en el bote.
En fila india y con Eduardo y su machete a la cabeza avanzamos por la selva. Los terrenos, en parte anegados por el agua, son completamente accesibles en bote en época de lluvias. Para poder sortear las zonas inundadas tenemos que poner a prueba nuestro equilibrio y caminar sobre resbaladizos troncos que apenas ofrecen superficie física para apoyar los pies. Como alguno tenga un desliz y se caiga se van a poder escuchar las risas desde Iquitos. Así que con calma y con paso seguro vamos sorteando las distintas pruebas a las que nos va sometiendo Eduardo.

Por fin llegamos a un claro cubierto por una balsa de agua. Eduardo nos dice que hay que superar un último obstáculo para poder ver a la Victoria Regia; primero inspecciona las condiciones del paso y despeja el camino con el machete para permitir nuestro acceso. De uno en uno entramos al lugar, un islote de tierra firme al que se llega caminando sobre troncos flotantes que se alinean hasta llegar a él. Lo anterior ha sido un juego en comparación con esto. Caerse aquí supone mojarse hasta la cabeza.

Por turnos vamos accediendo al lugar y contemplamos la belleza de la Victoria Regia. Es un lirio o nenúfar de agua. Es el más grande de todos los lirios acuáticos, nativo de las aguas poco profundas del río Amazonas. Se caracteriza por tener grandes hojas circulares de hasta 3 metros de diámetro que flotan sobre la superficie del agua sobre tallos sumergidos que alcanzan de 7 a 8 m de largo. Podemos apreciar varios ejemplares, enmarcados en el magnífico paisaje que los rodea. Eduardo nos dice que la flor se puede contemplar de mayo a julio y que resulta de gran belleza, exhala una fragancia parecida al albaricoque y es conocida como "rosa lacustre".



Cuando todos hemos podido observar los ejemplares de este tipo de nenúfar gigante seguimos camino. Atendemos a las explicaciones de Eduardo sobre un curioso árbol, llamado el “caminante”. Es un árbol parásito que se enreda alrededor del tronco de ejemplares de otras especies y aprovecha éstos para crecer. Empleando la estructura del árbol huésped desarrolla raíces aéreas que descienden desde las ramas más altas y así va ganando terreno al primero, creciendo y haciéndose más fuertes a costa de sus anfitriones.

En nuestro paseo podemos contemplar ejemplares de pájaros carpinteros posados sobre la corteza de algún tronco, con su roja cabeza. Eduardo localiza una planta trepadora de la selva llamada “uña de gato”. Con un certero golpe de machete corta una de sus gruesos tallos y se acerca a nosotros. Coloca la planta en vertical y la eleva mientras nos anima a prepararnos para beber. Del grueso tallo brota un chorro de líquido cristalino. Por turnos todos lo vamos probando, es una forma natural de los indígenas de encontrar hidratación en la húmeda selva.



El paseo continúa entre la espesura de la maleza hasta llegar a un claro que desemboca en una zona empantanada. Enfrente a unos 50 metros se divisa un grupo de palmeras altas y sobre sus copas una bandada de aves emiten graznidos estridentes. Son shanshos (comúnmente llamados hoacín). Se trata de un ave que vive en zonas pantanosas de la Amazonía cuya principal peculiaridad es que tiene dos garras en cada ala que le permite agarrarse a las ramas a medida que trepa por los árboles. Eso ha llevado a emparentarla con un ave fósil prehistórica pero en realidad no guarda ninguna relación. Procurando no hacer ruido observamos las aves en la distancia, con la ayuda de unos prismáticos.

Proseguimos la marcha y nos cruzamos con Albino que guía en la caminata a la familia peruana. Lleva a la niña sobre los hombros, para evitar que se atore con las botas de agua en el pesado barro que cubre el suelo que pisamos. Contemplamos una comunidad de “monos fraile”. Sus alegres componentes hacen cabriolas y saltan entre las ramas de los árboles sin que nuestra presencia les atemorice.
La embarcación nos espera en una zona despejada de vegetación, dónde le ha resultado sencillo atracar. Cuando nos reunimos todos los integrantes de la expedición el piloto pone rumbo al lodge. La tarde está cayendo, el sol ya no es abrasador y es agradable navegar en el bote observando el entorno que nos rodea.

Descansamos en las habitaciones hasta que suena el toque de campana que anuncia la cena. Uno de los platos que podemos degustar es pez gato cocinado al horno. Nos sorprende su carne fina y blanca, agradable al paladar. Esta noche no hay programada actividad así que después de cenar aprovechamos la zona de ocio del lobby y jugamos a las cartas y a los dardos o simplemente conversamos descansando plácidamente sobre los sillones. Mañana tampoco hay que madrugar mucho, nos iremos de excursión todo el día y comeremos fuera del lodge. Nos despedimos de Eduardo antes de retirarnos a descansar.

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