lunes, 22 de febrero de 2010

CAMINO INCA (Día 2 - 11 Km.) - Parte III

Viernes, 28/08/2009
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Dos horas después de abandonar el paso de la “mujer muerta” ganamos el campamento de Pacaymayo, al que da nombre el río que lo rodea; consta de varias terrazas naturales donde se asientan las instalaciones de higiene y las tiendas de campaña de las agencias. Un porteador nos espera a la entrada para indicarnos dónde se han montado las nuestras. Este campo base es algo más caótico, porque aglutina a grupos de varias agencias y las tiendas emergen del suelo como las setas en otoño. Lo primero que hacemos al llegar, aparte de soltar la mochila, es calzarnos unas chanclas y descansar los pies. En cuanto llegan algunas personas rezagadas de nuestro grupo nos sirven la comida. Devoramos los alimentos; sopa y pollo con arroz y verduras. Para concluir un buen mate de coca, hay que reponer los líquidos perdidos.

Poco después de terminar de comer llegan las dos uruguayas que reciben el sonoro aplauso del resto del grupo en reconocimiento al esfuerzo. La madre, con 60 años, ha sido capaz de superar la durísima jornada de hoy y ha completado el recorrido con casi dos horas de retraso con el resto, pero ha sido capaz de finalizarlo.
Pasamos la sobremesa dentro de la tienda, recuperando energías y estirando la maltrecha musculatura. Jugamos unas partidas de cartas y nos regocijamos con las vistas que tenemos. Abrir las cremalleras de las puertas de las tiendas es como abrir una mágica cortina, ante nosotros el valle estrecho encajonado entre altísimas montañas, con picos cubiertos de bosques nubosos al fondo. Es casi como estar suspendido del cielo y gozar de una privilegiada posición a vista de pájaro.
A las 17.30 nos avisan para que nos acerquemos a la carpa comedor; la merienda está lista. Palomitas, tortas de pan frito con azúcar, chocolate, infusiones…Mientras merendamos Lino responde a preguntas que le vamos haciendo sobre el camino inca, su mantenimiento, las regulaciones, anécdotas acontecidas en las excursiones en la que ha trabajado de guía…
Varios historiadores coinciden en que el Camino del Inca era el único acceso a la ciudad sagrada de Machu Picchu, en tiempos del imperio Tahuantinsuyo. Hay disparidad de criterios a la hora de fijar la distancia que separa al Km. 82 de la línea férrea de la ciudadela de Machu Picchu, no obstante algunos aun afirman que son menos de 40 los kilómetros. Mediciones recientes con GPS ratifican la tesis con más adeptos que sitúa la longitud total del trekking en los 45 km. Lino nos explica que la excursión que estamos realizando no es la única ruta, existen otras de duración variable a lugares circundantes del valle, que recorren los caminos andinos y paisajes pintorescos de la zona (Salkantay, Ausangate…). El camino inca permanece cerrado durante el mes de febrero a causa de las lluvias frecuentes y se aprovecha para realizar labores de mantenimiento.
Lino nos pone en antecedentes para el día siguiente. Hasta ahora hemos completado dos jornadas de caminata: los escenarios y paisajes varían a lo largo de la misma y mañana lo comprobaremos. En los dos primeros días el paisaje ha sido del tipo andino con presencia de montañas escarpadas, nevados, bosques y riachuelos. En cambio a partir de mañana, la vegetación se asemejará más a un bosque tropical. Igual sucede con el clima, es variado a lo largo del camino. Ha sido seco en los dos primeros días pero a partir de mañana se tornará más húmedo. En la noche, los dos primeros campamentos suelen ser fríos, como sucede hoy, pero el tercer campamento es templado.
La charla resulta tan amena que cuando nos damos cuenta los porteadores están colocando los cubiertos en la mesa para servir en un rato la cena. Son las 19.00 cuando se sirve. El chico italiano tiene fiebre y está dentro de su tienda descansando; ha debido coger un enfriamiento. Si persisten sus problemas mañana puede pasarlo mal. Hemos merendado hace muy poco rato pero como el desgaste de hoy ha sido atroz nuestra hambre parece no tener fin. Damos buena cuenta de las viandas; sopa y después pasta. Para finalizar las habituales infusiones o mates. Lino nos insiste en que los menús están diseñados para favorecer las digestiones y recuperar los líquidos perdidos con el sudor. Nos recomienda igualmente no acostarnos de manera inmediata en el día de hoy y para eso nos propone una sobremesa de charla y narración de historias una vez concluida la cena.
Pregunto a Lino si en su experiencia como guía ha tenido que emplear alguna vez el “balón de oxígeno”. Se trata de una bombona de oxígeno que cargan los porteadores y que la legislación peruana obliga a llevar a todas las agencias durante el camino inca por si algún excursionista sufre problemas respiratorios debido a la altitud. Contesta negativamente aunque afirma que conoce de manera indirecta el caso de un turista que falleció por causa de un infarto mientras recorría el trekking. Tenía 82 años, algo influiría la edad, pensamos todos.
Los guías se van turnando en la palabra para narrar en tono socarrón historias y leyendas de sucesos acontecidos en el camino inca. En clave de humor explican algunas de ellas, que claramente son inventadas pero nos hacen pasar de manera divertida el rato. Es el caso de una pareja de turistas a los que se les metió un oso de anteojos (típico de la zona) en la tienda. El marido amaneció abrazado al oso pensando que era la mujer. O por ejemplo otras con un tinte algo más tétrico como la que contaba que algunos excursionistas por la noche, mientras dormían sufrían las apariciones de espíritus que habitaban estos lugares. Tomamos todas las historias como lo que realmente son, un intento elogiable para que nos mantengamos despiertos y divertidos mientras digerimos la cena, antes de meternos en las tiendas a dormir.
A las 20.30, con el objetivo cumplido, los guías nos anticipan los planes para el día siguiente y nos invitan a buscar el descanso de nuestros sacos. Termina el segundo día de caminata; a pesar de la dureza de la jornada no cambiamos por nada lo vivido. Esta siendo una experiencia única. No queremos que acabe.


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